miércoles, 3 de diciembre de 2014

Cómo acceder a recuerdos de la infancia nunca antes evocados.

No soy sicólogo por lo que no puedo fundamentar formalmente lo que les voy a relatar.
Cuando andaba cerca de mis cuarenta, Marta, mi esposa, me propuso hacer un ejercicio que tuvo resultados para mí sorprendentes.
Consiste en tratar de recordar alguna parte de la casa donde vivíamos de niños,cuando teníamos cuatro o cinco años. Recordar imágenes de ese ambiente nos llevará a recordar dicho escenario desde una altura de menos de un metro, la altura a la que se encontraban nuestros ojos estando de pie o sentados en el piso, como resulta tan corriente en los pequeños.
Tratemos de observar detenidamente la pared, evocando su textura, color y detalles de imperfecciones en su superficie. Hagamos lo mismo mirando al piso. Recordemos el material con que estaba hecho, coloraciones, dibujos e irregularidades.
Las imágenes, tal vez nunca antes evocadas, aparecerán como reales. Sentémonos en el piso y apoyemos en él las palmas de nuestras manos, sintiendo el frío contacto. Permanezcamos unos instantes en esa actitud. Ahora pongámonos de pie y caminemos hacia el cuarto donde dormíamos. Abramos la puerta. Recordamos los detalles del pomo del picaporte? Entremos y caminemos hacia nuestra cama. Detengámonos ante ella, visualicemos y recordemos algunos detalle. Ahora acostémonos y sintamos el contacto de las sábanas o del cubrecamas. Sentiremos el contacto de esos materiales con detalles inesperados. Como ejercicio y para verificar su autenticidad, evoquemos el contacto con el lecho donde dormimos anoche, para ver la diferencia.
Volvamos a ser niños y salgamos ahora del cuarto y caminemos hasta la cocina de nuestra casa de la infancia. Abramos la puerta y entremos. Situémonos frente al artefacto cocina y la veremos desde una altura insólita ya que estaremos a la altura de la puerta del horno o de las perillas. Recordemos su diseño, forma y color.
Tomemos ahora cada uno el rumbo que nuestro recuerdos nos indique. Tal vez tengamos la suerte de encontrarnos con nuestros padres o hermanos.
Les deseo una gratificante y conmocionadora experiencia. Alfredo.

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