martes, 4 de noviembre de 2014

Mi mano izquierda es de Venus.

Mi mano izquierda es de Venus, mi mano derecha de Marte. Son prácticamente imágenes especulares la una de la otra, pero de distinto temperamento.
La mano derecha es hábil con los movimientos de precisión y de fuerza.
La mano izquierda es la que acaricia mi frente o mi barba.
Cuando se toman sobre mis muslos, parecen iguales. Se atienden mutuamente, se complementan,
Mi mano izquierda sabe bajar por detrás de la nuca y llegar a la espalda, algo que no puede hacer la derecha. Ella puede subir por detrás, por la espalda y llegar hasta donde, por arriba, llega la mano izquierda. Así puedo llegar a entrelazar los dedos de ambas manos.
Cuando les pido cambiar de roles, no logran hacerlo. Quedan distantes, inhábiles.
La mano de Marte logra la fuerza y le destreza para los movimientos precisos. La mano de Venus, acompaña, complementa. Aprendió a hacer así cosas impensadas para la mano derecha.
Un gesto amenazador hecho con la mano izquierda parece menos enérgico.
La mano de Marte tiene roles. Escribe, corta y golpea. La mano de Venus no parece tan importante. Su rol es acompañar. No teniendo roles definidos más que manejar el tenedor si la mano de Marte está manejando el cuchillo, su capacidad o su responsabilidad queda desdibujada.

Desde otro punto de vista, siendo la mano complementaria de su hermana, le toca hacer “todo lo demás” que la mano derecha, por estar ocupada, no puede hacer . Digamos que es una generalista en lugar de una especialista como es el caso de su compañera.

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